
Durante la primera mitad del siglo XIX, la mayoría de los emigrantes europeos al Nuevo Mundo se embarcaban desde Hamburgo, y llegaban a Nueva York. Allí los restaurantes ofrecían filetes americanos al estilo de Hamburgo, o incluso beefsteak à la Hambourgeoisie.
Por lo tanto, las primeras preparaciones estadounidenses de carne picada, que en la época medieval solo consumía la clase alta, se hicieron para adaptarse a los gustos de los inmigrantes europeos, evocando recuerdos del puerto de Hamburgo.
La creación de la hamburguesa como la conocemos hoy tiene sus orígenes en una época en la que los centros urbanos estaban creciendo y se necesitaba comida rápida y económica para alimentar a las masas (ocurrió entre el final de la Segunda Guerra Mundial y la Gran Depresión). A todos los fines y objetivos, la hamburguesa era ideal porque era económico producirla. Sin embargo, la corrupción y las prácticas de poca higiene provocaron que la gente creyera que, a pesar de que eran rápidas, económicas y convenientes (en especial en la Gran Depresión), las hamburguesas no eran seguras para el consumo.
Alrededor de 1837, junto con la migración europea a tierras norteamericanas llegaron las primeras hamburguesas para deleitar a quienes las probasen.
Se tiene registro que, el Restaurante Delmonico’s fue el primero en incluir en su carta la famosa hamburguesa. Hasta entonces, se comercializaba este platillo bajo el nombre de “carne al estilo hamburgo” y el precio no era asequible para todos. Conforme este platillo a base de carne fue ganando seguidores y la demanda fue alta, se rebajaron los precios de su comercialización y su popularidad siguió aumentando.
Es aquí que tiempo después se cambiaría el término “hamburger steak” por la palabra “hamburger” para referirse al filete de carne molida. Finalmente, para utilizar un término más sencillo las personas utilizarían simplemente “burger»
